A Note From Fr. Oswaldo
A second chance.
In this time of reflection, prayer, and reconciliation, let us think: how many times has God forgiven my sins? And how many times has he given me a second chance? I can rectify, modify and change in such a way that my life would be more useful. Jesus tells the one who takes care of the fig tree, that he has passed by and has not found any fruit on it, and suggests that he cut it down, so that he can take his place, but the man insists on giving him a second chance and proposing a treatment, moving the earth and cut the dry branches. In the spiritual life it means that someone must move me and make me realize that my actions are not good and that I must separate myself (cut off) from the things that do not help me in life. That should serve for my life to bear good fruit.
God presents me with many opportunities to be happy; he sends me people whose mission is to advise me, just as he sent Moses to the Pharaoh of Egypt to free the people of Israel. It is the first time that the name of God is pronounced, as the "I AM".
In this time of Lent, I am going to hear many times that God is with me, accompanies me and listens to me, and it will not necessarily be within my family where I find confidence to talk about that, "no one is a prophet in his land".
God always gives you a second chance, to be better, find a quiet place, where you can take off your sandals (that is, open your heart without limits), meditate on your life and how useful you can be, accepting God's call to serve him, in lay, priestly, matrimonial, missionary or contemplative life. It is never too late to tell God, here I am, speak that your servant listens.
Una segunda oportunidad.
En este tiempo de reflexión, oración, y reconciliación, pensemos: ¿cuántas veces, Dios me ha perdonado los pecados?, y ¿cuántas veces, me ha dado una segunda oportunidad?, para que, si he tenido una conducta mala o errónea, pueda yo rectificar, modificar y cambiar de tal manera que mi vida fuese mas útil. Jesús le dice al que cuida la higuera, que ha pasado y no ha encontrado frutos en ella, y le sugiere que la corte, para que para ocupe su lugar, pero el hombre insiste en darle una segunda oportunidad y le proponer un tratamiento, mover la tierra, podarle lo seco. En la vida espiritual significa, que alguien debe moverme y hacerme caer en cuenta, que mis actos no son buenos y que debo separarme (cortar), de las cosas que no me ayudan en la vida. Eso debería servir para que mi vida dé frutos buenos.
Dios me presenta muchas oportunidades para ser feliz; me envía personas cuya misión es aconsejarme, así, como envió a Moisés al Faraón de Egipto para que liberara al pueblo de Israel. Es la primera vez que se pronuncia el nombre de Dios, como el “ Yo Soy”.
En este tiempo de cuaresma, voy a escuchar muchas veces, que Dios está conmigo, me acompaña y me escucha, y no necesariamente será en el seno de mi familia donde encuentre confianza para hablar de eso, “nadie es profeta en su tierra”.
Dios siempre te da una segunda oportunidad, para ser mejor, busca un lugar tranquilo, donde puedas quitarte las sandalias (es decir, abrir tu corazón sin límites), medita sobre tu vida y lo útil que puedes ser, aceptando la llamada de Dios para servirle, en la vida laical, sacerdotal, matrimonial, misionera o contemplativa. Nunca es tarde, para decirle a Dios, aquí estoy, habla que tu siervo escucha.
Fr. Oswaldo Roche
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